por Naiara Bellio
Cada 25 de noviembre, el movimiento feminista reivindica en todo el mundo la eliminación de la violencia contra las mujeres y, en Argentina, las calles se llenan de pancartas que exigen que la cifra de femicidios, situada en 254 en lo que va de año, pueda llegar a cero.
Mientras la concienciación contra de este crimen está cada vez más presente en los medios de comunicación y en el marco legislativo, las estadísticas tumban las esperanzas de mejoría al indicar que una mujer es asesinada a manos de un hombre cada 30 horas en el país, una proporción que no varía con el paso de los meses.
Desde el 3 de junio de 2015, cuando el grito de la campaña “Ni Una Menos” surcó el país y su eco se escuchó en todo el mundo, el Gobierno recibió un mensaje contundente de la sociedad: a cientos de mujeres se les arrebata la vida cada año sin que exista el suficiente apoyo institucional.
El Parlamento dictó en 2009 la Ley de Protección Integral de las Mujeres, que busca prevenir, sancionar y erradicar toda clase de violencia perpetrada contra las mujeres y solventar la discriminación que existe respecto a los hombres en ámbitos como el laboral, el mediático y el doméstico, entre otros.
Una ley sancionadora que no cumple las expectativas para abordar la problemática de los feminicidios y otros aspectos relacionados con la violencia de género, según explicó en diálogo con Efe la coordinadora nacional de la organización no gubernamental Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá), Raquel Vivanco.
“No se ha resuelto el abordaje de manera que incida en la vida de las mujeres porque no hay presupuesto destinado a ello. Por ejemplo, no se garantiza el patrocinio jurídico público y especializado para mujeres que denuncian”, apuntó.
Por ello, y a pesar de que el 18 % de las víctimas habían presentado una denuncia contra su agresor, critican que la disposición del poder judicial para penalizarlos no es la adecuada.
Esto ocurre, según explicó Pamela Lodola, abogada adjunta a la asociación cívica feminista La Casa del Encuentro, debido a que en los juicios por femicidio suele acusarse al agresor de cometer un delito contra un “cónyuge”.
De esta manera, la querella no llega a procesarse como un crimen cometido contra una mujer por motivos de violencia de género sino por la relación que el atacante mantenía con la víctima.
“En tanto que la Justicia no actúe debidamente, los agresores lo que leen es que pueden llevar adelante actos de violencia machista y que por ello no van a sufrir ningún tipo de condena”, aseguró.
En esta línea, afirmó que la pena judicial para ellos en ocasiones no se corresponde con la gravedad de los hechos y se reduce a una “condena netamente social” por parte de la población, que normalmente es potenciada por los medios de comunicación.
Es por esto que ambas expertas hacen hincapié en la relevancia de una correcta cobertura de los femicidios e inciden en que se debe “concienciar” y “educar” a través de la información para no cometer estos actos en vez de “visibilizarlos de manera cruel y morbosa y buscando culpabilizar a la víctima”.
Una vez más, desde organizaciones cívicas como MuMaLá y La Casa del Encuentro confían en la intervención del Gobierno para aplacar los crímenes que proceden de una “tendencia cultural” irremediable y que por tanto necesitan una regulación “acorde a la problemática”.
Con todo, desde La Casa del Encuentro recalcan que siempre “celebran” los avances que se han llevado a cabo desde el Ejecutivo. “No es lo mismo ser un grupo de mujeres que sale a la calle a exigir lo que nos parece y lo que vemos por nuestra experiencia a que el Estado te esté avalando con números”, afirmó Lodola.
El Día Internacional de la Lucha contra la Violencia de Género, establecida fecha oficial en el año 1999 por la ONU para el 25 de noviembre, tiene lugar en conmemoración de la muerte de las hermanas dominicanas Patria, Minerva y María Mirabal, que en 1960 fueron asesinadas por su oposición política al Gobierno del dictador Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961).
Con esta iniciativa, quedó establecido un día histórico en el que colectivos feministas -que cada vez contienen más hombres- de todos los lugares instan mediante movilizaciones sociales la erradicación de una lacra que anualmente termina con las vidas de miles de mujeres “por el mero hecho de serlo”.
EFE.